Historia Completa
Creíamos conocer el origen de este proyecto, pero a medida que avanzamos nos dimos cuenta de que ya estaba planeado, era anterior a nosotros
Para nosotros, esta historia comenzó con la partida de nuestra hija Juana. Inesperada, dolorosa sin límites, imposible de describir en palabras. En ese entonces vivíamos en Brasil, mi marido Diego y yo, Silvina, con nuestras dos hijas, Olivia y Juana. Felipe estaba en camino. Ese adiós nos dejó sin rumbo, sin entender dónde estábamos parados.
Mientras atravesábamos el duro proceso de duelo, con el corazón roto, con infinidad de preguntas sin respuesta, con culpa, con dolor, sin energía, con consultas a terapeutas de diversas escuelas y credos, leyendo todo lo que llegaba a nuestras manos, cualquier cosa que sirviera para encontrar la tabla que nos mantuviera a flote; Diego leyó que ayudaba hacer una peregrinación durante el proceso de duelo.
Así fue como entre charlas e investigación dio con el Camino de la Fé, un camino inspirado en el de Santiago de Compostela. Este camino comienza al norte del estado de São Paulo en Brasil, y llega al Santuario de Nossa Senhora da Aparecida. 320 km de tierra, de cielo.
En mal estado físico, con poca energía y con el anhelo de encontrar algo que lo devuelva a la vida, Diego partió. Recorrió el camino sintiendo que Juana lo acompañaba en todo momento, que iba en su hombros, como siempre le gustaba que la llevara, y eso le dio fuerzas para llegar.
Esta peregrinación fue para nuestra familia un punto de inflexión, un cambio de rumbo. Fue el momento en que Diego dejó de caer y vio que podíamos seguir: Juana no iba a volver pero nosotros podíamos seguir viviendo. Empezó de vuelta a conectar con la vida, a ver algo de luz. Nuestros amigos, los que nos acompañaron, también encontraron algo especial: lo que se vive, lo que se siente, el compañerismo, la espiritualidad, la plenitud. Estar en medio de las montañas, conectados con la naturaleza y disfrutar de lo más simple de la vida nos da paz, nos conecta con nosotros mismos y nos facilita conectarnos con Dios.
Para Diego haber encontrado el camino en el momento en que lo necesitó, fue salvador. Y se preguntaba por qué no tenemos en nuestro país, Argentina, un lugar dónde poder ir a peregrinar en cualquier momento del año, sin fecha fijas y sin miles de peregrinos al mismo tiempo alrededor, poder hacerlo en silencio, junto a la naturaleza, solo ó junto a las personas con quien lo queremos compartir.
Y es aquí, con ésta pregunta, dónde comienza la historia del Camino a Salta. Como un sueño, como un imposible pero con mucha ilusión, de hacerlo en honor a Juana, con la esperanza de que pueda ayudar a mucha gente, y en su ejecución nos ayude a nosotros, nos pusimos en marcha. En qué lugar de Argentina podríamos hacer un camino donde la naturaleza te inspire y que su llegada sea en un espacio donde se sienta la espiritualidad? En medio de nuestra búsqueda, llegó a manos de Diego la estampa de la Inmaculada Madre del Divino Corazón Eucarístico de Jesús. En ese momento, él supo que Ella marcaba el camino y que lo llamaba. Una vez que tuvimos en claro dónde llegar, nos dimos cuenta que el mejor lugar para comenzar era Jujuy. Para nosotros hacía todo el sentido: Jujuy –Salta tiene las iniciales de Juana Salmoyraghi.
Encontrando el Camino
Luego de varios viajes de 2 o 3 días a lo largo de un año y medio, logramos trazar el camino, identificar sedes y lugares para comer y dormir, marcarlo con flechas amarillas y colocar carteles con su nombre. Durante todo este tiempo fuimos recibiendo señales que nos iban reforzando la idea de que estábamos en la dirección correcta. Y tuvimos el honor de ser recibidos personalmente por la Sra. María Livia Galliano de Obeid luego de mandarle nuestro testimonio. Y de recibir la bendición y apoyo para realizar este camino que finaliza en el Santuario de La Inmaculada Madre del Divino Corazón Eucarístico de Jesús.
Entre tantas señales que fuimos recibiendo nos gustaría mencionar las siguientes:
- Las iniciales de las puntas del camino Jujuy- Salta / Juana- Salmoyraghi.
- Ver en San Antonio pintado muy grande en las paradas de ómnibus el nombre JUANA.
- Encontrar en el medio de la montaña y del campo frente al Dique Campo Alegre en una zona que necesitábamos dormir y no hay pueblos, que la Sra. Hilda estaba construyendo cuartos sin saber para qué lo estaba haciendo. Cuando nos conocimos y le contamos el proyecto y nuestra historia nos dijo mirando la imagen de la Virgen “para esto era! Tenía que ser una posta del Camino”
- Encontrar que en una de las paradas de este camino, Vaqueros, se estaba construyendo la iglesia de Nuestra Señora de Aparecida (la Patrona de Brasil) de quien vino la inspiración para encarar este proyecto.
- Encontrar gente maravillosa a largo del Camino que en todo momento nos brindaron su apoyo con el corazón abierto y que sin su apoyo todo hubiese sido más difícil. Manuel, Teófilo, Justiniano, Darío, Rafael, Mercedes, El Chiqui, El Oveja, Ada, Mario, Hilda, Raúl, Ana María, Guadalupe, Pati, Paula, El Tano, Luis, Sofía, José, Laura, Martín, Caro, Osvaldo, El Sapo, Martín R, Agus, Pato, María Adelaida, Marian, Shane, Luli, Willy, Mey, Mauri, Ine, Tata, Memeu, Tati, Chechu y todos las almas increíbles que nos acompañaron en el camino Inaugural (Familia y amigos de toda la vida).
- En diferentes oportunidades, a lo largo de este proceso, cada vez que se presentaba una dificultad aparecía la solución. La sensación que nos queda, es que fuimos instrumentos. Este proyecto ya existía, solo nos guiaron a ejecutarlo.